Yo fingiendo que ya no te echo de menos, la piel se me separa de los huesos. Tú, tu nombre golpeando en mi ventana, me quieres olvidar pero me llamas, tu risa atropellando a la razón.
Yo, los bares donde entro a olvidarte, son los bares donde vuelvo a encontrarte, y hay una zanja en medio del colchón.
Tú, tus manos son semáforos en rojo tu piel está cubierta de cerrojos y tienen una alambrada a tu corazón. Cuánto tiempo seguiremos del revés y besando en dirección prohibida, habrá que aprender a conducir la piel, o a ir por carreteras sin salida.
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