No hay nada. Silencio. Miedo. Oscuridad.
Y se echa a llorar con rabia. Llora porque no siente lo que le gustaría sentir.
Llora porque a veces no hay culpa y no quisieras hacer sufrir a nadie,
pero te sientes malvada, desagradecida.
Preguntas, demasiadas preguntas para ocultar la única verdad que ya conoce.
Pero otra cosa es admitirla. Admitirla significa doblar en la próxima esquina y coger otro camino.
Luego se busca. Se mira en el espejo. Pero no se encuentra.
Es otra....
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