Me detuve un instante para absorber aquel silencio,
aquella extraña paz que reinaba en aquel rincón
perdido de la ciudad. Empezaba a sentir que el mundo
se había detenido con el reloj que llevaba en el bolsillo.
Siempre he odiado decir adiós, prefiero los hasta luego, pero a veces es necesario dejar cosas y personas atrás para poder seguir adelante,
para poder seguir avanzando en tu camino y este sin duda es uno de esos momentos. Uno de esos en que has de reorganizar todo lo que hay en tu vida,
de elegir quién quieres que siga formando parte de tu vida y quién debe de quedarse en ese punto, quién ha de seguir coleccionando momentos a tu lado y quién no será más que recuerdos. Y cada vez tengo más claro que he elegido bien, que todo está donde tiene que estar y nada va salir mal.
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