- ¡Te odio! - me gritaste.
Y yo, sin conocerte, te abracé y apoyé mi cara sobre tu cabello. Y tú aún gritabas abrazada a mi chaqueta mientras yo podía sentir la piel erizada de mi espalda y de cada milímetro de mi cuerpo. Entonces me soltaste y me contaste todos tus problemas, todo tu dolor, todos tus silencios, tus gritos, tus noches y tus mañanas... Hiciste de tu caos un momento mágico y especial entre tú y yo. Una de tus lágrimas cayó sobre mi mano y se deslizó por mi dedo. ¿Adónde fue a parar después? Siempre he pensado que se congeló en el tiempo, que congeló ese instante y lo envasó al vacío. Y de repente, te marchaste sin decir ni una palabra y yo aún guardo el gorro azul que se te cayó en el primer segundo que me salvaste.
.. enamorarse. La primavera ha llegado y nada sabe como ha sido. Enamorarse. Primavera. Poco a poco se va disponiendo la eclosión. Poco a poco. Un color aquí. Otro allí. Un perfume que llena el pecho. Un sol nuevo. Una luna nueva. Un canto nuevo. Predispuesto, pero nuevo. Y el corazón se abre también. Es la realidad de nuestro corazón. Es mi corazón. Soy yo. Alguién ha abierto las puertas y las ventanas de mi interior. Enamorarse. Se cumple la regla, la norma, la profecía. Se hace verdad lo que somos. Motor de vida.
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